La replicación del ADN es un proceso biológico verdaderamente asombroso. Toda vez que una célula humana se fracciona y su ADN se replica, debe copiar y transferir la misma serie idéntica de 3 mil millones de nucleótidos a sus células descendentes, sin mutaciones.
Gran parte de estas replicaciones se efectúa con mucha exactitud, pero esto no es garante de perfección, pues ocurren errores. Favorablemente, muchos de estos desaciertos se resuelven a través de diversos procedimientos de restauración del ADN, constituyendo mutaciones constantes.
Dichos ciclos inexactos pueden transferirse después de una prole celular a la próxima, de generarse en células que originan gametos, inclusive pueden difundirse a generaciones siguientes. Gestando así taras de nacimiento y patologías, inclusive el cáncer.
Anteriormente, los biólogos consideraron que las tasaciones de mutación eran semejantes entre todos los géneros y que eran de esperarse. Pese a esto, actualmente se tiene la seguridad de que esa convicción es totalmente errónea.
Bien ahora, es posible que los genetistas son capaces de contrastar genomas completos de padres y sucesores. Pueden contar concrentamente nuevas mutaciones por generación, esto posibilita a los expertos comprobar tasas de mutación de 40 especies aproximadamente.
Las mutaciones como protagonistas
Es sabido que el ADN de un recién nacido posee mas de 60 nuevas mutaciones, lo que difiere grandemente de los paramecios, un ser unicelular objeto de estudio por la ciencia. Los mismos, van por miles de generaciones sin algún error de replicación de ADN.
Hay estudios que sugieren que esa desigualdad en la tasa de mutación es una herencia de nuestra ascendencia. Hoy día la humanidad sobrepasa los 7 mil millones de individuos, al iniciar nuestra especie, escasamente eran unos cuantos miles.
En grandes ciudades, la selección natural descarta eficientemente los genes dañinos. Pero en comunidades más pequeñas, como los humanos antiguos, los genes malignos que se manifiestan, por replicaciones erróneas, logran subsistir.
El fundamento deriva de datos acerca de una diversidad de organismos, evidenciando un vínculo opuesto entre la tasa de mutación y la dimensión de población primitiva.
Esta comprensión brinda percepciones de la evolución del cáncer. Haciendo posible desarrollar nuevos modelos de evolución molecular, capaces de mejorar los estudios bioinformaticos y filogenéticos vigentes.