Las nubes lenticulares son nubes permanentes con forma de platillo o lente convergente que suelen aparecer en zonas montañosas. Se forman en la troposfera (la parte más baja de la atmósfera).
Según sus características exactas se pueden dividir en altocúmulo estacionario lenticular (altocumulus lenticularis, es el tipo de nube lenticular más común). Cirrocúmulo estacionario lenticular. Y estratocúmulo estacionario lenticular.
El aspecto particular de estas nubes lenticulares son paisajes espectaculares y ha sido el origen de muchos “avistamientos” de OVNIS.
Las montañas son el lugar perfecto para formar estas ondas de gravedad. Ya que, es más sencillo que las corrientes de aire se conviertan en corrientes ascendentes. De esta forma, se obtiene una onda que estará subiendo y bajando cerca de la montaña. Es decir, una onda estacionaria (estática).
Finalmente, si la temperatura y humedad del aire son adecuadas, se formará una nube lenticular justo en la onda, obteniendo así su forma característica.
Hay que aclarar que, aunque las montañas son perfectas para formar estas ondas, no son el único medio que hay. Las ondas de gravedad también se pueden formar por corrientes de convicción o por el desarrollo de tormentas.
Por eso, no es de sorprender que también se hayan observado nubes lenticulares en zonas sin montañas.
Que requieren las nubes lenticulares para formarse
Lo primero que hace falta es una masa de aire desplazándose hacia una montaña a una velocidad de unos treinta km/h (un viento bastante fuerte), y lo segundo es una inversión térmica que llegue hasta los cuatro o seis kilómetros de altura y que comience cerca de la cima.
En una inversión térmica la atmósfera presenta una capa de aire con temperatura superior a la capa que se encuentra justo debajo de ella. Esta situación no es la habitual, pues la temperatura del aire disminuye con la altitud.
Pero a veces ocurre en una noche despejada. Cuando la temperatura del suelo llega a ser tan baja que el calor que absorbe éste de las capas inferiores de la atmósfera hace que se enfríen más rápidamente que las capas superiores.
Provocando que cerca del suelo el aire esté más frío que a una cierta altura. Lo importante es que, en una inversión térmica, debido a la diferencia de densidades la capa de aire cálido (que no “caliente”) es muy estable en cuanto al movimiento vertical, es decir, si el aire frío que está debajo trata de hacerla subir ella intentará volver a bajar y viceversa.