El cerebro de los pájaros carpinteros es tan impresionantemente que aguanta terremotos en su cabeza. Estos golpes, alcanzaría la aceleración de un décimo de la que soporta el pájaro, para que a un ser humano se le ocasionara un traumatismo encéfalo craneano.
Este grupo de especialistas realizo los estudios de estos pájaros carpintero. Para efectuarlo, tomaron muestras del cerebro seccionando finas láminas. Que, luego, se matizan con una sustancia específica que logra identificar la presencia de esta proteína Tau.
De esta manera, los investigadores consiguen observar la cantidad existente. Además, logran medirla e, inclusive, evidenciar en qué estructuras se almacena más esta proteína.
Quizá en los pájaros carpinteros, la presencia de proteína no es totalmente un motivo para que exista una lesión cerebral. “No se puede asegurar ciegamente que estos pájaros carpinteros sufrieran lesiones cerebrales”, declara Farah. “Lo que es indudable es que existe una cantidad de tau muy grande en estos cerebros, y conocemos a través de las investigaciones que esto es índice de una lesión cerebral”.
Otros especialistas aseguran que el secreto está en la lengua del carpintero. Esta se amplía tres veces el largo del pico. Cuando no la usa, se disuade más allá del maxilar. Y se pliega en la cabeza hasta curvarse en las profundidades de la nariz. La lengua y su estructura de apoyo operan como una almohada del cerebro.
Pájaros carpinteros de golpear madera a componer cerebros
Los pájaros carpinteros más viejos proceden de hace veinticinco millones de años, explicaban los expertos. Si el golpear madera iba a producirles una lesión cerebral, ¿por qué la evolución a permitir esta conducta?
Si por el contrario ¿esta proteína lograse utilizarse para combatir las lesiones cerebrales?
Hay la posibilidad de esta proteína tau en los pájaros carpinteros sea resultado de un ajuste protector y no la señal de una patología. Esto llevaría a nuevos hallazgos para tratar problemas y lesiones o, enfermedades cerebrales.
Los especialistas dejan las cartas echadas con esta hipótesis: “Si la acumulación de la proteína tau es una adaptación protectora, ¿hay algo que logremos hacer para ayudar a los humanos con enfermedades neurodegenerativas?”